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REPITIENDO LOS NIVELES

Por: Azucena Cervantes

Cada vez que repito un nivel, descubro nueva luz sobre un aspecto u otro que me habían pasado desapercibidos o que simplemente no entendía. En ocasiones me parece que no he entendido nada la vez anterior. Pero resuena, y al tener ya una perspectiva del nivel, puedes relajarte más y tener una mayor comprensión

Es repitiendo niveles como he podido hacerme una idea de la profundidad de las enseñanzas que nos son dadas.  Todo está ahí, desde el principio.  Repetir es de gran ayuda para descubrirlo.

Y sigo repitiendo. Las enseñanzas se despliegan una y otra vez para ser escuchadas y experimentadas con la nueva perspectiva que te va proporcionando el camino.

Teoría U: para un despertar colectivo

por  Mery Míguez y Eloy Portillo

 

La Teoría U  es una metodología de cambio que se aplica en empresas, administraciones, ONGs y grupos de todo tipo para superar dinámicas dañinas o improductivas y hacer surgir un modo de relacionarse más abierto, despierto y humano.

Fue desarrollada inicialmente en su tesis doctoral por C. Otto Scharmer –actualmente catedrático en la prestigiosa universidad Massachusetts Institute of Technology (MIT).

Aunque el libro “Teoría U: liderar desde el futuro a medida que emerge”, del propio autor, es una introducción muy completa, debido al carácter dinámico de esta metodología de cambio y de soporte a los  procesos de innovación resulta más interesante acercarse a ella mediante un taller experiencial o un curso como los que ofrecen gratuitamente Edx o el Presencing Institute.

Las principales características de la Teoría U son:

–    Se basa en el conocimiento más relevante para el liderazgo: el conocimiento de unomismo, tanto a nivel personal como de grupo.

–    Desarrolla las capacidades de escucha atenta, observación precisa y diálogo.

–    Aporta prácticas que fomentan la innovación institucional y que generan bienestar en la sociedad.

Ilustración: El proceso de co-sentir y co-crear de la Teoría-U, Fuente: Presencing Institute, Otto Scharmer – https://www.presencing.com/principles, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=56371728

El nombre de la Teoría U procede de un gráfico con la forma de una “U” mayúscula que describe el proceso en el que el grupo desciende por la rama izquierda despojándose de los prejuicios, malentendidos y disfunciones hasta llegar a un punto de contacto con nuestra fuente originaria de presencia y sabiduría (que de alguna manera se podría llamar el no-saber) desde donde se remonta por la rama derecha de la “U” en un proceso de co-creación donde todos/as y el todo están incluidos.

  1. Co-iniciar un intento colectivo: Parar y escuchar a los otros y lo que la vida te está indicando que hagas.
  2. Co-sentir el campo del cambio: Ir a los lugares con mayor potencial y escuchar con tu mente y tu corazón abiertos de par en par.
  3. Tener presente la inspiración y voluntad común de Ir a través del umbral y permitir emerger el conocimiento interno que sale del contacto con la fuente.
  4. Co-evolucionar a través de las innovaciones: Organizar ecosistemas que facilitan ver y actuar desde la totalidad.
  5. Co-crear un microcosmos estratégico: Mostrar un prototipo de lo nuevo explorando el futuro a través de la acción.

El próximo mes de agosto la profesora Catherine Eveillard presentará un taller residencial “Sonríe al miedo. De la egología a la ecología” sobre los procesos de cambios sociales basándose en su experiencia en Teoría U y en el  “Teatro de la Presencia Social”. En una amplia finca de retiros “Tierra de Budas” en La Vera, Cáceres,  con posibilidad de acampar o alojarse en las habitaciones disponibles y medidas de seguridad contra el COVID-19. El taller se ofrece en inglés con traducción gratuita al castellano. Incluye instrucción de meditación, charlas sobre la Teoría U y el Teatro de la Presencia Social, tiempo para el ejercicio físico y mucha práctica de los métodos de innovación.

Nivel III por internet: en la red también hay magia 

por Claudia Arnau y Eloy Portillo 

Teníamos miedo porque nunca habíamos hecho nada parecido, pero fuimos para adelante con todo. Habíamos oído que estaban preparando cursos de fin de semana del Aprendizaje Shambhala por zoom, pero al parecer nadie lo había hecho todavía.

Jeff Scott de Shambhala Internacional nos recomendó que no recargáramos mucho el fin de semana, y que le contáramos luego qué tal nos había ido. Así que decidimos extenderlo desde el viernes a la tarde hasta la tarde del domingo, hacer sólo dos sesiones de práctica conjunta -sábado y domingo- e incluso esas, dar la opción de practicar cada uno por su cuenta.

El viernes 18 de abril nos reunimos 17 participantes de todas la edades de 4 nacionalidades desde 10 ciudades. Incluida la abuela de la coordinadora que era la primera vez que se ponía sola ante el ordenador y a la que su marido le ayudaba a conectarse en cada sesión.

Mucha planificación, una coordinación fabulosa a cargo de Claudia y tres instructores entregados: Begoña, Alejandro y Eloy. Un fin de semana en lo posible ligero con mucha mucha flexibilidad y buen humor.

Un equipo que funcionó de maravilla pero que se quedó un poco escaso. Hoy hubiéramos incluido algún miembro más.

En las charlas de Felipe Rodríguez aparecieron metáforas digitales: el ego es como cuando vas cerrando ventanas en el ordenador y ves que hay más y más que siguen abiertas.

Pero lo que verdaderamente cautivó a los participantes fue la invitación a caminar sobre el filo de la navaja. ¿A qué se refería Felipe? ¿no hay suficiente peligro ya en vivir con el Covid-19?

La red, y meterse un poco en casa de los otros también tuvo su magia: cuadros, estanterías, tapices, neveras, tazones de colorines, zoom tiene su belleza y su drala propio.  Hicimos entrevistas personales y un grupo de diálogo divididos en tres salitas pequeñas de zoom. Al  entrar y salir había quien se perdía en los ‘pasillos’ del ciberespacio.

El profesor nos introdujo brevemente la práctica de Miksang e hicimos fotos en nuestro confinamiento. Algunos hablaron de encontrar la belleza aún estando confinados.

La última charla del domingo fue acompañada en Madrid y otros sitios por tormentas de lluvia y truenos. Después en el horario había diez minutos para ir a buscar algo de beber y de comer y volver para celebrar juntos. Se enseñaron fotos, se leyeron poemas y se contaron chistes malos. Teresa, la abuela de Claudia nos leyó “Nunca te rindas” del poeta Mario Benedetti, fue un momento muy tierno.

Mientras celebrabamos escampó y en Madrid hubo un arcoiris ¡doble!!!!, se confirmó la magia.

Acabamos a tiempo para las 20 horas, que es cuando en España salimos al balcón para aplaudir a los sanitarios y a toda la gente que está en primera fila contra la pandemia.

Yo personalmente sólo eché de menos el lu-jong. Para la próxima.

Nos quedamos con ganas de más.

PIE DE FOTO: Doble arcoiris sobre el cielo de Madrid al acabar el fin de semana. © Peter Savaiano. (Publicada con permiso del autor)

La práctica de “enviar y tomar” (Tonglen)

por Pema Chödrön

Transformar la Confusión en Sabiduría

Berkeley Shambhala Center, 1999

Para poder tener compasión por otros, tenemos que tener compasión por nosotros mismos.
En concreto, el cuidar de otras personas que puedan tener mucho miedo, enojo, celos,
arrogancia, orgullo, egoísmo, avaricia, maldad, o que se ven abrumadas por todo tipo de
adicciones, tener compasión y cuidar de ellas, significa que no podemos huir del dolor de
encontrar este tipo de cosas en nuestra propia persona, en nuestra propia vida y experiencia
personal. De hecho nuestra actitud hacia el dolor puede cambiar completamente, en vez de
arreglárnosla sin ayuda alguna o huir de él, podemos llegar a ser capaces de abrir nuestro
corazón y permitirnos sentir ese dolor, sentirlo como algo que nos va a ayudar y purificar
haciéndonos mucho más amorosos y amables.

La práctica de tonglen es un método para conectarnos con el sufrimiento – el nuestro y el
de todos los que nos rodean – a donde sea que vayamos. Es un método para superar el
miedo al sufrimiento y para disolver la opresión de nuestro corazón. Primero que todo, se
trata de un método para despertar la compasión que es inherente a todos nosotros, sin
importar si hemos sido muy crueles o fríos con los demás.

Comenzamos la práctica tomando el sufrimiento de una persona que sabemos que está
herida o que tiene mucho dolor y a la que deseamos ayudar. Por ejemplo, si conocemos a
un niño que ha sufrido o está sufriendo, inhalamos el deseo de quitarle todo el miedo y el
dolor a ese niño. A medida que exhalamos y vamos botando el aire, le enviamos a ese niño
todo lo que pueda ayudarle a liberarse de su dolor, como felicidad o alegría. Este es el
núcleo o esencia de la práctica: inhalamos absorbiendo el dolor del otro para que pueda
sentirse bien y tener más espacio para relajarse y abrirse; luego exhalamos botando el aire, y mientras hacemos esto, le enviamos calma o cualquier cosa que sintamos que puede darle
algún alivio y felicidad. Sin embargo, muchas veces no somos capaces de hacer esta
práctica ya que nos vemos enfrentados cara a cara con nuestro propio miedo, nuestra propia
resistencia, enojo, ira, o con cualquier dolor personal o problema que estemos teniendo en
ese momento.

En estas situaciones podemos cambiar el enfoque y comenzar a hacer tonglen con aquello
que estamos sintiendo nosotros y además hacerlo en beneficio de millones de otras
personas semejantes a nosotros que en ese momento están sintiendo exactamente el mismo
problema, estancamiento y miseria. Tal vez seamos capaces de ponerle un nombre a
nuestro dolor, de reconocerlo claramente como terror, repulsión, enojo o deseo de
venganza. De esta manera, inhalamos por todas las personas que están atrapadas en la
misma emoción que estamos teniendo nosotros y les enviamos alivio o cualquier cosa que
deje más espacio para nosotros y para todos esos incontables otros. Tal vez no podamos
identificar qué es lo que estamos sintiendo, aún así, podemos sentirlo, tal vez como una
opresión en el estómago, un dolor en el pecho, una oscuridad muy densa o lo que sea. Sólo
tenemos que entrar en contacto con lo que estamos sintiendo e inhalar, tomar aire por todos
aquellos que están sintiendo eso – incluyéndonos nosotros mismos – y enviar alivio para
nosotros y todos los demás.

La gente comenta con frecuencia que esta práctica va contra la esencia de la forma en que
comúnmente nos tratamos. Verdaderamente, esta práctica va contra la idea de querer cosas
para nosotros mismos, en nuestros propios términos, queriendo que nos funcione sin
importar lo que le pueda suceder a los demás. Esta práctica disuelve la coraza para
autoprotegernos que tanto nos hemos esforzado en crear a nuestro alrededor. En la
terminología budista, diríamos que hace que se disuelva la fijación y el aferramiento del
ego.

La práctica de tonglen da vuelta la lógica usual de escapar del sufrimiento y buscar el
placer, y en el proceso, mientras desarrollamos la práctica, nos liberamos de una prisión
muy antigua de egoísmo. Comenzamos a sentir amor tanto por nosotros como por los
demás y además empezamos a cuidar no sólo de nosotros sino también de otros. Esta
práctica despierta nuestra compasión y nos introduce a una visión mucho más amplia de la
realidad, nos introduce a la infinita espaciosidad que los budistas llamamos shunyata.
Mediante la práctica, comenzamos a conectarnos con la dimensión abierta de nuestro ser.
Al principio experimentamos esto como una sensación de que las cosas que parecen tener
una gran importancia, no la tienen tanto ni son tan sólidas como parecían ser.

Podemos hacer tonglen por quienes están enfermos, se están muriendo o acaban de morir, o
que están sufriendo cualquier tipo de dolor. Podemos realizar tonglen como una práctica de
meditación formal o en el mismo acto en cualquier momento. Por ejemplo, si estás
caminando por la calle y ves a alguien que está sufriendo, en ese mismo momento puedes
empezar a inhalar su dolor y enviarle algún tipo alivio. O como sucede la mayoría de las
veces, podemos ver a alguien sufriendo y mirar para otra parte, porque nos recuerda y nos
hace sentir nuestro propio miedo y enojo, provocándonos resistencia y confusión.

Así que en el mismo acto, en el mismo momento, podemos hacer tonglen por todas las
personas que son tal como nosotros, por todos aquellos que desean ser compasivos pero en
vez de eso tienen miedo, por todos aquellos que desean ser valientes pero son cobardes o no
tienen el coraje, no se atreven.

En vez de golpearnos y maltratarnos, es mejor usar nuestro propio estancamiento como un
punto de apoyo para comprender aquello con lo que tienen que enfrentarse las personas en
todo el mundo.

Inhala por todos nosotros y exhala por todos nosotros.
Utiliza aquello que parece veneno como medicina. Utiliza tu propio sufrimiento como el
camino hacia la compasión por todos los seres.

Instrucciones Para Hacer Tonglen

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¿QUE ES EL LOSAR?

 

La palabra Losar es una palabra tibetana para Año Nuevo. LO significa año y SAR, nuevo. El Año Nuevo tibetano es conmemorado el primer día del primer mes del calendario lunar tibetano que usualmente cae en los meses de enero o febrero, aunque puede hacerlo también en marzo. El festival del Losar es considerado el más significativo de todos los festivales tibetanos. Este festival es celebrado también en otros países como India, Bután y Nepal. El Año Nuevo Tibetano es caracterizado por su música, danzas y un espíritu general de festejo. Uno puede ser testigo de diferentes tradiciones y rituales seguidos para marcar la ocasión religiosa.

El Losar es celebrado durante 15 días, de los cuales los primeros tres son los más significativos. Los budistas celebran el festival como una victoria del bien sobre el mal. Simbolizando la purificación y la frescura, el Losar es un tiempo para tener grandes fiestas y celebraciones.

La celebración del Losar se remonta al período pre-budista del Tíbet, cuando los tibetanos practicaban la religión bon, entonces se realizaba una ceremonia espiritual, en la cual se ofrecían grandes cantidades de incienso para apaciguar a los espíritus locales, deidades y protectores. El Losar es celebrado incluso ahora con mucho fervor entre los tibetanos que practican el bon, incluso en el exilio. Este festival religioso más tarde evolucionó en un festival anual budista que se cree que se originó durante el reino de Pude Gungyal, el noveno Rey del Tíbet.

Se dice que el festival comenzó cuando una mujer anciana llamada Belma introdujo la medida del tiempo basada en las fases de la luna. Este festival tenía lugar durante el florecimiento de los árboles de albaricoques de la región de Lhokha Yarla Shampo en otoño, y pudo haber sido la primera celebración de lo que se ha convertido en el tradicional festival de los agricultores. Fue durante ese período que las artes de cultivo, irrigación, la refinación del hierro y la construcción de puentes fueron introducidos en el Tíbet. Las ceremonias que fueron instituidas para celebrar estas nuevas habilidades pueden ser reconocidas como precursoras del festival del Losar. Más tarde cuando los rudimentos de la ciencia de la astrología, basados en los cinco elementos, fueron introducidos en el Tíbet, este festival de agricultores se convirtió en lo que llamamos el Losar o festival del Año Nuevo.

Cómo se celebra El Nuevo Año Tibetano

Un mes antes de la llegada del festival, la gente se concentra en limpiar su casa meticulosamente, removiendo cada partícula de polvo y dejando todo a nuevo. Las más atractivas y finas decoraciones son puestas en toda la casa y elaboradas ofrendas son hechas en el altar de la familia. Las viejas banderas de oración son reemplazadas con otras bien coloridas. Ropas nuevas son hechas para todos los miembros de la familia. Ocho diferentes símbolos auspiciosos son exhibidos donde sea posible, representando las diferentes ofrendas hechas por los dioses al Buda, después de su iluminación. En el Tíbet esos símbolos son dibujados en las paredes, práctica que no se sigue en el exilio ya que se necesita de artistas profesionales que lo hagan. En el Losar también se cocina muy buena comida. Los primeros días son destinados a la familia, pasando las festividades luego a las calles y otros lugares.

En los monasterios, los monjes honran a las deidades protectoras con rituales devocionales.

En la víspera del Año Nuevo Tibetano, tortas, dulces, panes y frutas son ofrecidas en los altares de la familia. El altar de la familia está decorado de la mejor forma en las vísperas y continuará así en los siguientes 15 días. El altar tendrá una derga, formada por galletitas (khapsay) apiladas unas sobre otras, que se preparan con masa aplanada, se fríen y tienen muchas formas diferentes.  Junto con la derga, habrá una botella de chang (cerveza de cebada); una mata de hojas verdes de trigo cultivadas en un vaso pequeño llamado loboe; una especie de embudo de dos partes, llamado bow, que tiene por un lado tsampa (harina de cebada) y por el otro, semillas de cebada.

Al ser la fiesta más significativa para los tibetanos y la más grande celebración del año, es un tiempo en el que ellos intercambian cálidos saludos con sus familiares, vecinos y todos quienes estén alrededor. Los tibetanos consideran el Losar como una celebración masiva, de completo relax y con muchas fiestas. Los tibetanos ofrecen katas (bufandas tradicionales de seda blanca) a los altares familiares y en los monasterios. Estas bufandas se las colocan unos a otros mientras se saludan con un tashi delek (buenos deseos), con lo que se auguran prosperidad para el año entrante.

Los tibetanos siguen la cultura de recibir a sus huéspedes con un corazón amable y gran hospitalidad. En esta ocasión especial, los valores cultivados son altamente notables. Los tibetanos creen que uno tiene que tener una gran bondad, ser generoso y acogedor en esta ocasión religiosa. El carácter de la persona determinará cómo será la persona a través de todo el año. Por lo tanto, se requiere que todos los budistas estén con un estado de ánimo jovial y brillante, por lo que serán bendecidos con buenas y felices expresiones todo el año.

Fuente: spanish.tibetoffice.org

 

EMPEZAR POR EL PRINCIPIO

Nuestra vida puede a menudo resultarnos abrumadora. No sólo hemos de sobrevivir en un mundo lleno de complicaciones y exigencias, cada vez más técnico y deshumanizado, tampoco tenemos un horizonte esperanzador sabiendo que nuestra destrucción del medio ambiente tarde o temprano acabará por pasarnos factura. Experimentamos insatisfacción y desconcierto: sufrimiento. ¿Qué hacer? ¿Dónde podemos buscar refugio?

Podemos buscar una alternativa siguiendo un camino espiritual, esperanzados de que siguiendo tales o cuales enseñanzas seremos capaces de alcanzar un estado mental que nos permita identificarnos con una manera de ser especial, un ser superior, con el que podremos trascender nuestra situación actual, ser libres y salvarnos de la destrucción. Pero eso es un engaño.

Según el budismo, hemos de empezar sintiendo dónde estamos, nuestra situación precaria, la encerrona que estamos padeciendo. El punto de partida es reconocer que en nuestra vida hay sufrimiento, enfermedad y malestares de todo tipo producidos porque no podemos mantener  las situaciones placenteras, se resbalan como jabón entre las manos. ¿Estamos dispuestos a explorar la verdad? ¿Estamos dispuestos a ver dónde estamos y cómo nos sentimos en vez de fingir otra realidad?

Si lo estamos, hemos de empezar sentándonos sin intentar cambiar nada y prestando atención a los procesos sencillos de la vida, del momento presente: podemos meditar como hizo el Buda, bajo un árbol, solo, en contacto con su cuerpo, con su mente, sin engaños, sin  pretender nada, libre. Podemos dejar de luchar en contra quiénes somos de verdad, aceptándonos y queriéndonos, y respetando a los demás, a lo demás, dejando de contaminar física, psicológica y espiritualmente nuestro mundo.

Ese es el comienzo del camino budista. Te invitamos a explorarlo y profundizar en enseñanzas esenciales, dentro del curso “La batalla del ego”.
 
Acharya Alfonso Taboada

 

“Se trata, por lo tanto, de asumir lo que somos en vez de escondernos de nues­tros problemas e irritaciones. La meditación no debe ser un recurso para olvidarnos de nuestras obligaciones. De hecho, la práctica de la meditación en posi­ción sentada nos conecta continuamente con la vida cotidiana. Cuando practicamos la meditación, nuestras neurosis se asoman a la superficie en vez de esconderse en el fondo de la mente. La práctica nos permite encarar la vida como algo que es po­si­ble manejar. Me parece que la gente tiene tendencia a creer que si solamente consi­guiera alejarse de todos los ajetreos de la vida, retirándose a las montañas o a las orillas del mar, entonces sí podría dedicarse de lleno a alguna práctica contem­plativa. Sin embargo, huir de los aspectos mundanales de la vida equivale a despreocuparse del sustento, del verdadero alimento que está entre los dos trozos de pan.  Cuando uno pide un sándwich, no pide dos tajadas de pan sin nada; tiene que haber algo en el medio, algo sustancioso, comestible y sabroso, y el pan es el acom­pañamiento”.

El Mito de la Libertad. Chögyam Trungpa

 

VIVIR EL PRESENTE: Introduce la práctica de Meditación en tu vida cotidiana

Podemos tratar la práctica de la meditación como un camino de transformación, transformación en el sentido de poder acercarnos y experimentar nuestra existencia y la del mundo que nos rodea de una manera fresca y amable.

El ingrediente principal para lograrlo es: confianza, una confianza básica e incondicional que nos permite sentir que todos nuestros estados de ánimo, preocupaciones y conflictos emocionales, son merecedores de atención y dignos de confianza.

Nuestra experiencia sea la que sea merece la pena vivirla tal y como es, más allá de nuestras creencias, prejuicios, más allá de nuestras dudas y de nuestra confusión.

El tema de hoy es que para poder relacionarnos con todas las situaciones y circunstancias que aparecen en nuestra vida y vivirla de una manera plena y auténtica, necesitamos estar presentes. Parece obvio, ¿pero es esa nuestra experiencia cotidiana?

Como dice el maestro zen Thich Nat Han, todos tenemos una cita con la vida y, solamente es posible acudir a esa cita en el momento presente. El desarrollo y entrenamiento de nuestra disciplina meditativa consiste en familiarizarnos con este darse cuenta de que el ahora es nuestra esencia, la naturaleza de la existencia y en lo único que realmente podemos confiar. Solamente podemos conectar con la realidad de nuestra verdadera naturaleza, de re-descubrirla, en el momento presente.

¿Dónde estamos ahora? no hay manera de señalar o de atrapar este momento, el ahora es algo inmenso, infinito… y eso es lo que somos, pero no podemos verlo, y es difícil de comprender y de experimentar.

¿Qué necesitamos hacer? tenemos que “dejar de hacer, dejar de luchar o de buscar”: simplemente estar ahí, ahora, despiertos y vivir este momento completamente, con toda su intensidad, sintiendo como todo aparece y se desvanece constantemente.

En eso consiste nuestra práctica y ese el camino de transformación: simplemente estar ahí, despiertos incluso antes de que aparezca cualquier pensamiento.

Felipe Rodríguez

¿Cómo incorporar la práctica de meditación en nuestra experiencia del día a día?

El camino que despliega Shambhala en la serie de cursos llamados de la “vida cotidiana”, están dirigidos a explorar e incorporar nuestra meditación en nuestra vida, en nuestras situaciones domésticas, especialmente en cómo encontrar la fortaleza y el entendimiento cuando las situaciones y los tiempos se vuelven difíciles.

Necesitamos de un “puente” que nos permita llevar nuestra práctica de meditación sentada a  nuestra vida diaria. Y para comunicar las dos partes que se hayan a cada lado del puente.

 

Necesitamos… empatía, necesitamos desarrollar una actitud de cordialidad y de calidez. Cualidades que son innatas a nuestra condición humana, pero que como podemos observar hoy en día no siempre cultivamos y manifestamos.

La práctica de la meditación tiene que ver con cultivar esta cordialidad hacia nosotros en primer lugar, (la primera parte del puente), que básicamente consiste en hacernos amigos de nosotros mismos y permitirnos sentir y ser quienes somos, tal como somos.
Al entablar este tipo de calidez y de aprecio a través de la meditación, nos damos cuenta de que no es posible contener esta amistad únicamente hacia nosotros, de una manera natural necesita tener una salida. Esa salida es comunicar con el mundo que nos rodea, con la otra parte del puente. De otra manera la práctica de meditación se convertiría en algo dirigido exclusivamente hacia nuestro propio bienestar.

Ahora hablaremos de cómo llevamos nuestra práctica al otro lado del puente, cómo vivir y relacionarnos con los demás, en el hogar, en nuestro trabajo, en nuestra sociedad, incluso cuando conducimos. Por ejemplo ¿Somos capaces de mantener esta calidez que hemos cultivado en nuestra práctica meditativa, cuando alguien nos cierra el paso, tu jefe te dicen algo que no te gusta, o tus hijos te ignoran?

Probablemente a largo del día, viviremos situaciones con las que nos sentiremos molestos e insatisfechos. Sentiremos que nuestro corazón se endurece y se cierra. A veces ocurre tan rápidamente, que no nos damos cuenta ­–puede ser algo muy simple– te han servido un café y te manchas el vestido, te irritas y buscas una razón para quejarte, tu corazón se ha cerrado. Puede que culpes al camarero porque te ha llenado mucho la taza y, de esa manera tratas torpemente de justificar tu descuido. No hay ningún problema en sentir el dolor que se causa cuando se nos cierra el corazón. El problema viene después, cuando intentas justificar tu irritación y, lo proyectas como una agresión, con alguna palabra o un gesto.

Lo más lamentable es, cuando estas pequeñas quejas o agresiones se convierten por su repetición en un patrón habitual, del que ni tan siquiera somos conscientes.

Este patrón habitual de justificar la culpa o el enfado, empieza a extenderse y a formar parte de nuestra cultura y sociedad, podemos verlo en nuestras familias, entornos laborales o cualquier lugar del mundo donde grupos étnicos, religiosos, raciales o políticos, están en guerra. Cuando podemos mantener una cierta distancia y no estar metidos en el meollo del conflicto, podemos darnos cuenta que la solución a estas pequeñas o grandes guerras está en: ablandar la dureza de nuestros corazones.

Cada uno de nosotros podemos llevar paz y la alegría a nuestra vida y a nuestro entorno, podemos ayudar a crear una sociedad más cuerda y más sana y, esto podemos hacerlo ahora. Este puente de cordura solo puede construirse con el amor y la compasión, algo que comenzamos a cultivar a nivel individual en nuestra práctica. Y en lugar de irradiar desconfianza y confusión expandimos la dulzura y la ternura de nuestro corazón. Un corazón quizás triste y vulnerable, pero muy auténtico.

Ser compasivo, significa que cuando por ejemplo te enojas con una persona y adviertes que tu corazón se cierra y tu mente se nubla, es recordarte que puedes ponerte en su lugar y, advertir que algo sucede. Lo que hacemos todos es que nos enfadamos porque estamos convencidos de tener la razón, incluso podemos buscar aliados que confirmen que nuestra postura es la correcta. Pero cuando sueltas cualquier estrategia y simplemente te pones en el lugar del otro y, no tratas de defender o justificar tu postura o tus ideas, estás permitiendo que tu corazón se pueda abrir y ablandar. Entonces posiblemente, sentirás tu propia estupidez con ternura mientras sonríes.

Basado en el libro de Chögyam Trungpa  –Mindfulness en acción. Capítulo 9–
Shastri Felipe Rodríguez 

Las así llamadas “terapias de conversión” para lesbianas, gays, bisexuales y transexuales no son aceptables en el mundo moderno

Ayúdanos a acabar con las llamadas “terapias de conversión para LGTBI” y el sufrimiento que causan

Las “terapias de conversión para LGTBI” han sido condenadas en el mundo entero por doctores y terapeutas como “una cura para una enfermedad que no existe”. Son inaceptables en el mundo moderno de la medicina y creemos que deben ser prohibidas del mundo espiritual.  

Banderas budista y gay

Banderas gay y budista unidas. Este símbolo representa un budismo tolerante con la homosexualidad.

Todos los días hay gente en el mundo a los que se les inculca que deberían avergonzarse por ser lesbiana, gay, trans o intersexual. Algunos de ellos, -a menudo los que viven en comunidades religiosas rígidas- se les hace pasar por la experiencia humillante de las así llamadas “terapia de conversión” (también conocida como por otros nombres como “terapia de cura de gays”)

Esta “terapia de conversión” intenta destruir parte de la identidad personal. Está basada en la idea de que sólo la identidad heterosexual es normal y que el resto de identidades deben ser “curadas”. La terapia no sólo se da en casos de búsqueda voluntaria. Incluye ser recluido contra la voluntad del individuo, lenguaje deshumanizado, electroshocks y otras formas de violencia, e incluso, violaciones sexuales “reparativas”

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